Cuando era chica, en
la esquina de mi casa, había una columna de cemento que servía como soporte
para los cables de la luz. Alrededor de ella, con todos mis amigos solíamos en
las noches de verano juntarnos a jugar o a dialogar alrededor de ésta.
Una noche muy
calurosa, un 5 de enero, nuestro tema de conversación fue como hacían los reyes
para llegar con los regalos a cada una de nuestras casas, sin que se los vieran
y sin que se les caiga ningún pedido.
Fue una noche de debate, ya que había amigos más grandes y discutían con los más chicos si eran reales o no.
Para esa fecha yo
había pedido una bicicleta azul turquesa deportiva. Esa noche, después de
preparar los zapatitos y a ponerles el agua y el pasto, me fui a dormir pensando
como harían para arribar con la bici, sin ser vistos y sin hacer ruido.
Llego la mañana del 6
de enero y para mi sorpresa, junto a mis zapatos, allí estaba la bici, azul,
flamante, metalizada tirando a turquesa y deportiva, recuerdo la emoción y mis
gritos de sorpresa.
Fue un día
maravilloso, pero triste a la vez, ya que fue ese día que mis reyes magos
llegaron al fin de mis fantasías, años de reyes después , ya no era lo
mismo, uno crece y los sueñes perecen.
Hoy 6 de enero, esa
vieja columna de cemento, no estuvo como todos los años, ya que hace meses fue
derribada por mejoras y cambios urbanos, así como se derribaron una vez
aquellas fantasías, hoy se esfumó aquella vieja columna, pero renace el
recuerdo de aquellas viejas reuniones con amigos de la infancia y en mi mente
también vuelve el recuerdo de aquella antigua columna de cemento, que me hizo
vivir momentos inolvidables, que hoy lamentablemente nuestros hijos no tienen
la oportunidad de vivir esas experiencias, por la inseguridad y por el avance
de la tecnología quitándoles todo lo hermoso que es vivir llenos de ilusión y
fuera de las casas, atados a un monitor.
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